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Jean Lartéguy

En este libro todo es imaginario, desde Jean Soleyrolles que se narra a sí mismo con una cierta complacencia, hasta sus amigos, las mujeres que dejaron huella en su vida, las que pasaron fugazmente por ella y los lugares en los que les he hecho vivir.
De manera que en Lozére no existe una Marmeize. Si buscáis bien, acaso encontraréis una aldea llamada Rimeize que divide en dos un río. Pero puedo aseguraros que nadie fue lo bastante loco como para comprarse una barrica de 300 litros de vino e invitar a toda la comarca a beberlo.
Si, a semejanza de Jean Soleyrolles, he vivido durante largo tiempo en la calle de la Montagne-Sainte-Geneviéve, es pura coincidencia. Además, en fecha reciente, cedí ese pied-á-terre a cambio de 250 botellas de burdeos. Después de saborearlo, hoy me pregunto si no hubiese debido decidirme por un borgoña.
Tampoco quisiera que me confundiesen con Jean Soleyrolles. Él fue periodista y yo ya no lo soy. Me retiraron el carnet de periodista a causa de un grave delito que cometí contra la profesión [1].
Jean Soleyrolles, por habérselo leído a Henri Heine, creía que el mundo era el resultado del sueño de un dios que, bajo los efectos del vino, se cobijara en una nube a dormir su embriaguez, pero que ese mundo dejaría de existir en el mismo instante en que el dios despertara. Esperando cada día ese despertar del dios, Jean Soleyrolles no tomaba nada en serio, ni a los hombres que creen gobernar los acontecimientos, ni a los acontecimientos que gobiernan a los hombres, ni a las mujeres que quieren persuadirnos de que son ellas quienes manejan a ambos. Para él todo aquello era tan sólo el vapor de la embriaguez.
Yo soy infinitamente más razonable que él, infinitamente más respetuoso de todos los grandes valores morales que dan ese ligero regusto mohoso a las civilizaciones que han perdido su dinamismo para convertirse en museos o en teatros. A diferencia de Soleyrolles, sigo en efecto convencido de que vivimos en el mejor y más razonable de los mundos y de que el dios jamás llegará a despertar. Ha bebido demasiado y su vino estaba drogado.

Título original Les Baladins de la Margeride
Traductor Rosalía varzquez
Idioma Español
Publicación 1962 (1977
Editorial Plaza & Jánes
Categoría Narrativa


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