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Nicholas Conde

Tal vez tuviera algo que ver con las fases de la luna.
No, pensó, riendo en silencio para si, no era un hom¬bre lobo.
No brotaban colmillos entre sus labios, ni crecían de repente garras en sus manos. Tan sólo el ansia, que se apo¬deraba de su mente sin previo aviso, sin más estrépito que el de una carta al ser introducida por la rendija del buzón.
Como siempre, durante aquellos momentos en que de¬bía aguardar en silencio, no podía evitar hacerse preguntas sobre ello: el disparador. ¿Qué era?. En todos aquellos años que había vivido con tales erupciones de urgencia, no ha¬bía sido capaz de identificar ningún catalizador específico. Se habían abatido sobre él en circunstancias muy dispares. Después de una buena comida en un parador de la carrete¬ra o en una tarde soleada de fin de semana, al terminar de arreglar un grifo de la cocina que goteaba y, en cierta ocasión, recordó, tras despertarse a las dos de la madrugada para ahuyentar a un gorrión que se había colado por la ventana del pasillo. Siempre igual, pensó. En un momento dado se hallaba interesado únicamente en los asuntos ba¬nales de un día normal y, de súbito, se encontraba espo¬leado de nuevo hacia una de esas... búsquedas.
Se alzó el cuello de la chaqueta deportiva, para prote¬gerse de la fría noche de octubre y después echó una ojea¬da a su reloj. Esta era la parte que siempre le gustaba, la que más paladeaba: la espera, la creciente anticipación ante el desafío inminente, a pesar de que el frío le inco¬modaba. Tenía que haberse provisto de una bufanda, se reprendió con suavidad, o de un jersey. Siempre intentaba adaptarse más de la cuenta a las facilidades de un tiempo más caluroso. Llevar menos equivalía a perder menos. Una bufanda era otro elemento al que seguir el rastro, otro problema en potencia.
Silbó un fragmento de una canción y trató de recordar el título por segunda vez; y, luego, una parte de la letra acudió a sus labios. «I'm as jumpy as a puppet on a string...», y terminó el verso mentalmente, «I'd say that I had spring fever, but I know it isn't spring». Sonrió ante la ironía; el ansia era fuerte, pero nunca se sentía particularmente febril, ni mucho menos asustado. La sensación era más próxima a la de estar subyugado por... ¿por qué? Una misión, pensó, incluso un deber.


Título original In the deep woods
Traductor Eduardo G.Murillo
Idioma Español
Publicación 1989 (1990)
Editorial Grijalbo
Categoría Narrativa


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