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Francisco Cuenca Espi

Cuentan las crónicas de aquel tiempo que cuando los caballeros cruzados se disponían a iniciar un ataque, después de pronunciar en voz alta la frase ¡Deus Vult! (¡Dios lo quiere!), debían santiguarse.

Siempre iban protegidos con su recia armadura, tan sólo presentaban un punto vulnerable, la abertura que la cota de malla tenía en la axila por la que exhalaban el sudor del combate.

Los famosos ballesteros musulmanes, los temibles selyûquies, situados en lugares estratégicos, esperaban el momento en que los grandes señores iniciaban la acción de llevarse la mano a la frente para aquellos dispararles sus certeras flechas, aprovechando los huecos de sus axilas, de esta forma les diezmaban.

Ante tan alarmante situación, los caballeros cruzados pidieron disculpa al Papa para que les dispensara de la sagrada obligación de santiguarse. Éste, reconociendo la gravedad de los hechos, les concedió la siguiente gracia, que al lanzar el famoso grito de ¡Deus Vult! tocaran con cualquiera de sus manos el pomo de la silla de montar, lo que llevó al tan conocido tocar madera de nuestros días.

Idioma Español
Publicación 2002
Editorial El Carro del Sol
Categoría Novela Histórica


Descargar ¡Deus vult! El pacto de Francisco Cuenca Espi